Entre los mundos

El lugar en el que nos sitúa el título de la exposición aporta la idea original y el punto de partida para el diseño de la escenografía, del espacio expositivo y, al mismo tiempo, de las vitrinas que le dan forma. Esos otros mundos sugieren un lugar etéreo, situado en la imaginación, que se alcanza mediante el trance y al que solo los iniciados acceden en su viaje. Esa capacidad chamánica de tránsito entre los mundos evoca un lugar sin límites donde están situados los espíritus y todos los objetos que pueblan ese universo. Objetos que acompañan al protagonista en su viaje y que son, al mismo tiempo, las piezas que se exponen.

El objetivo es un espacio donde las piezas expuestas «leviten» de sus soportes, y escapen del volumen de sus urnas, para relacionarse y ocupar visual y físicamente, junto al resto de piezas, toda la sala, unificándola y creando un universo sugerente que se transita en la visita. Así se concibe la sala como ese mundo habitado por los chamanes, espíritus y objetos, y en el que nos introducimos, circulando por él, envueltos por las piezas expuestas y por el paisaje musical que nos acompaña. La distribución de las vitrinas en sucesivas líneas paralelas, y su transparencia, permite ver a través de ellas ofreciendo al desplazamiento del visitante múltiples puntos de vista y proponiendo distintas relaciones visuales entre los objetos, aportando ritmo y enriqueciendo la visita.

La principal característica para conseguir la escenografía descrita es la transparencia y sus diferentes grados y tonos. El material que aporta máxima transparencia, y al mismo tiempo colores suaves y lumínicamente sugerentes, es el metacrilato en dos versiones: incoloro y flúor. La intención es que los principales elementos que ocupen la mirada sean las piezas expuestas, envueltas por los diferentes planos de suave color y matices que surgen de las intersecciones de los mismos y enmarcadas por la luz que se acentúa en los cantos.